Vamos a cenar con Atresbandes, que presentan su nueva performance L’Últim Sopar en la Sala Hiroshima del 20 al 23 de diciembre y del 27 al 30 de diciembre. Nos espera un menú muy sabroso, con las últimas palabras de héroes, estrellas y condenados a muerte en torno a sus trece “últimos menús”, teatro experimental y un brindis a lo desconocido. Texto y dirección es de Mole Wetherell. La compañía Atresbandes nació en 2008 del encuentro entre Mònica Almirall, Miguel Segovia y Albert Pérez Hidalgo alrededor del Institut del Teatre de Barcelona.

 

Parece que tenéis una fuerte afinidad con Inglaterra… Justo habéis acabado una gira allí y el clip para este estreno en la Sala Hiroshima es en inglés. ¿Dónde tenéis vuestra base de operaciones últimamente?

 

Nuestra base de operaciones es Barcelona. Los tres vivimos en la ciudad y nuestras creaciones suelen gestarse aquí. Pero es verdad que desde 2012 tenemos una relación con Inglaterra, que con el tiempo ha ido creciendo y consolidándose, y podemos decir que es el país donde más hemos actuado, hemos estado de gira y donde hemos tenido mucho apoyo. Es en Birmingham, por ejemplo, donde iniciamos la creación de nuestro cuarto espectáculo Locus Amoenus y en Manchester donde estrenamos nuestro quinto trabajo ALL IN, gracias a una co-producción con el Home Theatre. Y es en un festival de teatro en Inglaterra donde coincidimos con la compañía Reckless Sleepers y empezamos a idear la adaptación de uno de sus trabajos al castellano y al catalán. Y esto es lo que presentaremos en la Sala Hiroshima este mes de diciembre.

 

“… cada pieza que hemos hecho nos ha regalado la posibilidad de ponernos en lugares nuevos e inciertos.”

 

 

¿Cuál es la relación que queréis establecer entre los actores en el escenario y el público y cómo lo hacéis?

 

Tal vez con el L’Últim Sopar, este último experimento, es donde nos planteamos que se cree una relación algo diferente con el espectador. El formato del espectáculo nos lleva a ello y ya por si solo crea una atmósfera concreta y especial: es una pieza solo para 39 personas, que se sientan alrededor de una mesa y nada más comenzar se les sirve vino o agua. La idea es crear un lugar agradable, un espacio de sobremesa muy tranquilo, donde no va a pasar “nada más” que brindar y recordar las últimas palabras, voluntades o momentos de la vida de personajes célebres. El tiempo y el ritmo de la pieza, cual acordeón, se amolda a cada personaje, a cada brindis o a cada última voluntad. Debo decir también que sólo lo hemos representado una vez y que nos queda mucho por descubrir y compartir con la gente que venga a verlo. ¡Veremos!

 

¿Habéis hecho trabajos de teatro participativo? ¿Qué dinámicas descubristeis en este formato? 

 

No, nunca hemos hecho trabajos de teatro participativo. Esta pieza, aunque como he dicho antes la relación con el público es distinta, tampoco la llamaría teatro participativo, ya que el espectador comparte más que participa explícitamente en la acción.

 

¿Cuáles son los métodos teatrales, maestros y otros artistas que más os inspiran? 

 

Somos un colectivo sin un método concreto y bastante caótico. Nos lanzamos a la creación un poco desde cero y a ver cada material a dónde nos lleva. Por ello, nuestros procesos creativos suelen necesitar de mucho, mucho tiempo. Además, cada uno de nosotros, aparte de la formación que tenemos en común, bebe de fuentes e intereses bastante diferentes y creo que ese es nuestro motor creativo.

 

¿Nuestros referentes? Muchos. Muchísimos. Todo lo que vemos, leemos, bailamos, comemos es material que llevamos a escena. Siempre decimos que los que más nos afectan sin duda son creadores que tenemos cerca y de los que no solo nos llegan sus piezas, sino que tenemos la suerte de poder compartir dudas alrededor de una birra o descubrirnos y contarnos libros, cuadros, pelis… Y de los que además, admiramos su trabajo. Hablo de El Conde de Torrefiel, La Veronal, Sleepwalk Collective, Teatro Sotterraneo…

 

Atresbandes1
Ni dos, ni cuatro… Atresbandes!

 

¿Hay algún detalle sensorial de la performance que tenga una importancia particular para vosotros, por ejemplo sonido/ música, visual/luces, tacto/teatro físico?

 

Los tres somos intérpretes y nuestras herramientas creativas base son de actores. Por tanto, la creación de una ficción desde el performer siempre será algo vital en nuestras creaciones y, aunque ha ido evolucionando, el SER en escena siempre tiene y tendrá mucho peso en lo que hacemos. En los últimos montajes, la parte visual, con todo lo que ello conlleva, ha ido ganando terreno. Creo que la compañía está mutando hacia poner más foco e investigar en este aspecto, hacia crear paisajes, cuadros de belleza contemplativa dónde ocurra poco.

 

¿Cuáles son los descubrimientos que más os han sorprendido en vuestras investigaciones artísticas de la incertidumbre?

 

Como decía antes, cada pieza que hemos hecho nos ha regalado la posibilidad de ponernos en lugares nuevos e inciertos. Locus Amoenus nos abrió el camino de los silencios, del juego con el tiempo, del NO hacer en escena. ALL IN nos ha abierto el mundo de lo visual, lo no narrativo y lineal. Nos ha hecho avanzar hacia un trabajo más abstracto e intuitivo que el resto. A ver qué pasa en el próximo, pero creo que esta vez todo el mundo de lo sonoro va a tener mucha presencia.

 

Cuando estáis explorando el tema de límites entre personaje y realidad, ¿cuáles son las sensaciones, pensamientos, intuiciones u otros tipos de información que os indican que estáis en esta zona limítrofe?

 

Nosotros nunca trabajamos desde la idea de un personaje. Yo creo que no existe el “personaje” y por tanto no existe este límite. Es real porque está pasando y es mentira porque es teatro. Pero siempre soy Mònica y nos llamamos por el nombre en nuestras piezas. Sí que es cierto que trabajamos en una ficción, es decir, nos ponemos a las órdenes de un “artefacto ficcional” que hemos creado y jugamos a ello a fondo.

 

Los límites vienen y existen en otros aspectos tal vez, que creo que son límites, inseguridades o miedos que uno trae de casa y como todo, aparecen en la creación, por ser un momento muy vulnerable, donde estás la mayoría del tiempo en bragas. Pero en nuestro caso, nunca tienen que ver con lo que es real y lo que es ficticio.

 

LÚltim Sopar explora la dualidad entre lo común y lo extraordinario

 

 

En L’Últim Sopar, ¿cómo relacionáis los rituales diarios, cíclicos, como comer, beber, despertarse el día siguiente, con las últimas palabras de los moribundos que presentáis en la obra? 

 

Ya solo el título L’Últim Sopar sugiere y abre todo el imaginario católico. Una mesa, trece personas en cada una y compartir un último ágape antes de lo que vendrá: un final, un calvario, otro mundo… ¡quién sabe! Es una cena más, pero es importante, porque marca un cambio.  La pieza tiene algo de esta dualidad de lo común (una cena) y lo extraordinario, por ser “lo último”. Todo ello se plasma también en servir trece últimas voluntades reales de prisioneros que padecieron la pena capital en Estados Unidos. A pesar de estar condenados, tienen esta última voluntad y este último derecho: pedir que quieren comer antes de morir. Extraño y cierto, bizarro y comprensible. Todo a la vez.

 

La pieza también tiene algo de celebración, de celebrar que estamos a partir de aquellos que ya no están y de celebrar lo que somos a partir de aquellos que fueron. Y una buena celebración, conlleva un brindis y una buena comilona.

 

¿Hay algún tema de la vida contemporánea que os interesaría particularmente investigar en obras futuras, como nuestra relación con el tiempo, tecnología, etc?

 

Tengo la sensación que los temas que tocamos, aunque de formas diferentes, siempre vuelven y, en esencia, acaban siendo los mismos. Como ya he dicho antes, no tenemos un método, por lo tanto, los temas a veces se hacen visibles pasados muchos ensayos, incluso cuando la pieza está acabada. Más que “queremos hablar de esto”, en las últimas piezas nos resulta más “mira, estamos hablando de esto”. Por supuesto, todo lo que ocurre nos afecta. Todo lo que leemos nos interfiere. Y siempre hay dudas que nos hacen hervir la mente. ¿En qué estamos ahora? Por la cabeza nos rondan dudas sobre cuáles son los límites morales de un artista, dónde está su auto-censura y dónde estaría la nuestra. A ver hacia dónde nos llevan.

 

¿Cómo puede contribuir el teatro experimental a un nuevo paradigma de conciencia sobre nuestra relación con nosotros mismos y con los demás? 

 

Bueno, todo aquel acontecimiento artístico que no está en un lugar claro, seguro y asentado, todo lo que no es una certeza, es raro, mixto y sin etiquetas, es muy importante que exista porque apela a zonas que tampoco están claras, seguras y asentadas en aquel que mira y por ende, hace que no pares de cuestionar, reafirmar, contrastar aquello que crees con aquello que ves. Pero sobretodo, yo creo que al final, lo que necesitamos, es buen teatro, buena literatura, buenas películas y buena música. Porque ellas ya hablarán y moverán las bases de este NOSOTROS y esta relación con los DEMÁS contemporánea.

 

¿Si un mensajero de otra dimensión os visitara para anunciar el fin del el proyecto Atresbandes, cuáles serían vuestras últimas palabras? 

1: ¡Ah, pues perfecto! De hecho, nunca nos gustó el nombre de la compañía.

2: ¿Ya?

3: Como dijo Einstein… He hecho mi trabajo.

 

L’Últim Sopar se presenta la Sala Hiroshima del 20 al 23 de diciembre y del 27 al 30 de diciembre. ¡No dejes que te lo cuenten!

 

 

matrix barcelonaTodo el mundo toma los límites de su propia visión para hallar los límites del mundo.  Arthur Schopenhauer